Tras la disolución de la Junta, Jovellanos tuvo que abandonar Cádiz rumbo a su Asturias natal donde moriría dos años después, en 1811, sin haber acabado la guerra.
«Yo no sigo un partido; sigo la santa y justa causa que sostiene mi patria, que unánimemente adoptamos los que recibimos de su mano el augusto encargo de defenderla y regirla, y que todos habemos jurado seguir y sostener a costa de nuestras vidas. No luchamos, como pretendéis, por la Inquisición ni por soñadas preocupaciones, ni por el interés de los grandes de España; lidiamos por los preciosos derechos de nuestro Rey, nuestra religión, nuestra constitución y nuestra independencia... Yo estaré muy dispuesto a respetar los humanos y filosóficos principios que, según nos decís, profesa vuestro rey José, cuando vea que ausentándose de nuestro territorio, reconozca que una nación cuya desolación se hace actualmente a su nombre por vuestros soldados, no es el teatro más propio para desplegarlos.»
Sevilla, 24 de abril de 1809
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